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ANTONIO GARCÍA BARBEITO, ATHENE NOCTUA
AMOR COMO ALIVIO Y SABIDURÍA
JOSÉ CENIZO JIMÉNEZ
Athene noctua es el título del último libro del escritor Antonio García Barbeito, nacido en Aznalcázar (Sevilla) en 1950, columnista en varios medios periodísticos y quien pone voz, con los comentarios del catedrático Rogelio Reyes Cano, a los poemas de poetas andaluces en un programa de Radio Andalucía Información (RAI) titulado así, Poetas andaluces. De Barbeito conocíamos, aparte de sus artículos, sobre todo cuando hace ya muchos años empezaba a publicar, sus estupendas letras flamencas, publicadas por la Bienal de Sevilla (Coplas apenas, 2004).
Ahora nos ofrece un poemario dedicado de manera exclusiva al amor, a la amada. Amor como compañía, alivio, plenitud, ahí es nada, qué alegría. En “Amaneces” (p. 43) cierra con esta declaración:
Amaneces. Y el alba
se escribe con tu nombre
en las rústicas tapas
de mi pobre diario
para que todo sea
tu nombre amaneciendo.
Dos matices podemos distinguir al menos en esta dinámica amorosa como fértiles motivos inspiradores. Uno, el erotismo, la pulsión corporal, imprescindible para la relación amorosa, expresada con un lenguaje directo o bien mediante, como es más habitual en la poesía, eufemismos a menudo muy poéticos y logrados. En “Porque un día sin ti me sabe a un año” (p. 22) dice que echa de menos a la amada cuando no está con él, celebra la fiesta de su sonrisa y, dice, no hay más cálida clausura “que la de tu desnudo en mi desnudo / -nudo anudado, amor, en otro nudo- / en la liturgia, amor, de la ternura”. Otro, el temor de la pérdida, presentida como algo muy doloroso. Por eso, en el soneto “Cuando me mira se hace mía” (p. 16) termina así, de manera muy sencilla y muy profunda:
Por eso y más, la quiero y la hago mía
sin que adivine que me moriría
si alguna vez la pierdo de mi lado.
En cuanto a la simbología e imaginería, elige símbolos como el mar (“el mar por el que muero y que persigo / suena dentro de ti, si yo estoy dentro”, p. 30) o los olivos que bien conoce (“Y, cuando dore el sol esos olivos, / espero que te sobren los motivos / para que te abandones en mis brazos”, p. 17), entre otros como el viento, la luz, la fuente, la llama, etc. Una imaginería, a menudo alegoría, asentada en la tradición que le sirve de nueva savia en sus versos. Versos que usan el molde estrófico del soneto, el romance, o bien series de endecasílabos blancos. O bien alejandrinos que conforman quizá lo mejor, desde el punto de vista rítmico, de la obra, en la que se hace un homenaje también a poetas y formas poéticas de la tradición lejana o cercana, desde el amor cortés a Juan Ramón Jiménez o la generación del 27, como señala Juan José Vélez Otero en la contraportada. O a la propia mitología, como indica en el mismo lugar otro poeta, Víctor Jiménez, quien califica la obra, y lo suscribimos, como “versos donde la pasión amorosa y la vivencias reales se convierten en honda poesía” por “su esplendor, su belleza emocionante, su verbo lírico y sus formidables hallazgos”.
El mochuelo común europeo, de nombre científico precisamente Athene noctua, le ha servido para el título, con todas sus referencias mitológicas y simbólicas de sabiduría, filosofía, arte, que acompañaba a la diosa Atenea (Minerva en Roma). Una obra la que comentamos que deja buena sensación, que nos hace disfrutar de la lectura y sentir la fuerza del amor y el encanto de la expresión poética. Bécquer, referencia clara de Barbeito, de quien pone unos versos como cita inicial, nos habló de la dificultad de expresar lo inefable, como antes San Juan de la Cruz y otros, y el poeta de Aznalcázar lo ha intentado a su manera, sencilla, hondísima, de línea clara, sentir profundo. Un libro además, y es poco habitual, de tono optimista, de gozo corporal y emocional, por mucho que la sombra de la ausencia o la muerte siempre esté de fondo.
ANTONIO GARCÍA BARBEITO, ATHENE NOCTUA, SEVILLA, LA ISLA DE SILTOLÁ, 2022
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