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Ángela Franco Rosado. Nace en Sevilla en 1993. Cursa actualmente el Grado en Biología por la Universidad de Sevilla. Siempre amante de la lectura y escritura, ha participado en numerosos recitales, incluyendo el recital poético-musical Aquí Cabemos Tod@s 2015 y el recital Gritos de Mujer 2014 y 2015. Ha sido ganadora del premio accésit, en la categoría poética de mayores de 18 años, en el Certamen Literario Villa de Marchena, en las ediciones de 2014 y 2013. Publica en la revista sevillana Nueva Grecia nº5, edición de invierno 2014. Más recientemente, participa en la antología La Pirotecnia Peligrosa. Once poetas sevillanos para el siglo XXI, editada por Ediciones en Huida, en diciembre de 2015.
(Todos los derechos reservados)
miro nuestros torsos firmes
llenos de almendras,
los cuellos albos
que desembocan su luz más allá
de las barbillas elevadas,
como cataratas suaves
y espumosas.
El silencio que se nos regala.
Las bocas rompiendo
la continuidad blanca del espacio
con su pálpito.
Los ojos verdes ejecutores
e inmóviles como planetas
solitarios.
El hálito contenido.
Sobre todo,
bajo esa mirada binaria
y espiralada,
mis manos abiertas aferradas
como animales a tu nombre.
PESADILLA BREVE DE SIESTA
Se sentía cálida la parábola
con que vino a caer tu sueño
sobre mi sueño.
Tras un destello mínimo,
se acercó la oportunidad
desbordante de silencio,
y adiviné un quejido aventurero
teñido de la dicotomía
de tus ojos
queriendo abrirse paso
entre mis poros;
como si el manifiesto fuese
esa voluntad temblorosa y dulce
lamiéndome el cuerpo
sin saber exactamente qué hacer
o cómo morir,
como si al despertar temiera bien
exponerse a mi juicio,
que aún no deja de saberse
implacable
y transparente.
Durante todo el masoquismo,
ese lamento espetando mis sienes
con su trayectoria impávida
iba mutando bajo mi consentimiento,
y su superficie
parecía un fruto enfermo,
lleno de pálpito y sudor,
que yo besaba encantada y despacio.
Porque
mis poros eran vórtices,
y el gemido,
un canoa membranosa
surcando su universo.
Sí.
Se sentía cálido tu sueño
sobre mi sueño.
Pero, lo he dejado
convertirse
esta tarde
en el más vulnerable,
ridículo
y humillado
tesoro
de mi vigilia.
A veces,
te buscaba y caía contigo
vertida y descontrolada en la galaxia
de mi cama, revuelta y a oscuras,
pintando el límite del éxtasis
que eran tus manos deltas aclamando
la cintura enloquecida de mis mares.
A veces,
colisionábamos como soles:
inexorablemente despacio
y como armas de creación masiva
y lujuriosa, a la espera de que
tu nombre
y mi nombre
crecieran como bestias ambiciosas
flameando en la noche.
Si tú supieras que, a veces,
después de vencer al tiempo
y desanclar mi costa encrespada
de tu costa de espejo,
vaciaba mi sueño en su reflejo
y tus ojos se agitaban incómodos
bajo los párpados ceñidos
al calor de tu memoria…
¡Y sudabas y gemías hambriento de pavor!
¿Recuerdas acaso las manos que fui,
la piel que probaste,
las palabras mutiladas,
el ego tembloroso,
el labio que aniquilo
aquí y ahora?
A veces,
disfruto pensando a solas,
bajo las olas de las sábanas,
sobre el universo,
en el reiterado destierro de tu cuerpo
transparente
e ingenuo
que, con la soberbia de mi beso
cada vez
te denigra.