Algo Anuncia Paul Delvaux

Algo Anuncia Paul Delvaux

Antonio Costa Gómez
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Algo Anuncia Paul Delvaux

     Ya va siendo hora de que nos anuncien algo. Algo de verdad, algo serio. No tanta rutina y tanta mecánica. Todos esperamos una anunciación, que de repente el cuarto se llene de vida. Que nos anuncien la vida más honda. Que nos anuncien lo extraordinario, que la vida deje de ser razonable y rutinaria, vuelva a ser vida honda y misteriosa.

       El ángel de Leonardo da Vinci trae  el misterio de la vida,  el silencio del cosmos.       El  de Rossetti es tan blanco como la Virgen y  le trae una flor blanca. Casi no se levanta del suelo, y ella alucina con tanta poesía. El de     Beccafumi pone el intimismo manierista , la intimidad que se desata,  la meditación,  la hondura interior subjetiva. (Manierismo es un nombre malvado que se inventó Hauser para designar esa floración de subjetividad al final del Renacimiento).

       La Virgen de Antonello de Mesina le dice al ángel que le deje acabar de leer una página. Esta  en el secreto de la Literatura y no le hace gracia que la saquen de ahí.       El ángel de  Boticelli es la gracia platónica. La Virgen le dirá: “decidme oh galán qué habéis venido a regalarme, me traéis la belleza que nos sublima”. Sus movimientos emiten música y gracia.

     Del cuadro “Sol de mañana”  de Edward Hopper dijeron  que es “una anunciación sin teología ni esperanza”. La mujer del hotel escucha, pero el espacio de afuera la hace esperar como un ángel mudo. El ángel de Oskar Kokoschka  trae la misma agitación espiritual, el mismo entusiasmo desencadenado que el viento en “La novia y el viento”.

     En un cuadro de  Otto Dix un ángel lleno de ojos viene a decirle a una niña asustada  que espabile, que no puede dormires.  El ángel de Alberto Savinio se acerca a la ventana como  lo grandioso,  como el  cosmos entero que se vuelca en el cuarto de la mujer gallina. El ángel de     El Greco lo trastorna todo, él y la Virgen como  llamas azules  espiritualizan lo burgués y cotidiano (otra vez el dichoso Manierismo).

     El ángel dorado de Fra Angélico le  anuncia  (y nos anuncia a nosotros) que volverá lo dorado de los comienzos míticos antes de la tragedia. Y el de  Pasolini se dirige a  una muchacha humilde en Galilea, tan sencilla que está dispuesta a encarnar el mito. Para Pasolini la burguesía ha perdido el sentido de lo sagrado que nos ahonda y del mito.  En el  grabado “La Anunciación” de  Iván Mestrovic,  un ángel que es la esencia del movimiento le susurra un secreto vivo a una mujer dormida que escucha desde el sueño.

        Pero la Anunciación que más me fascina  es la de  Paul Delvaux. La Virgen es una mujer serena que espera en su sueño al margen de agitaciones superficiales. El ángel es otra mujer que serenamente le anuncia que se profundizará su secreto.  El cielo está limpio sobre la ciudad tras la ventana. En lo alto de la escalera charlan unas mujeres tranquilas como si nada.

     Todos esperamos una anunciación, que de repente el cuarto se llene de vida, que una magdalena nos devuelva lo que el tiempo robó. Que todas las cosas sueñen y se vuelvan trascendentes. Que  un genio nos hable, que todo lo ordinario se vuelva extraordinario. Pero los ángeles alucinados ya no saben cómo hacerlo. Ya va siendo hora de que nos anuncien algo. De que suene una campana en alguna parte.

ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR

 

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