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AlbertoTorés García (París, Septiembre 1959).
Profesor Agregado de Francés de Escuelas Oficiales de Idiomas. Director de la Revista Literaria CANENTE. Coordinador de la sección de cultura en el Foro de debate “Otra Málaga es Posible”integrado dentro de Izquierda Unida-Convocatoria por Andalucía. Corresponsal en España de la revista luso-francesa Sigila. Mención de honor a la innovación pedagógica en el Premio Joaquín Guichot de la Junta de Andalucía por el trabajo “BAJEL, Navegando por la Literatura Andaluza” junto a Francisco Morales Lomas, Rafael Ávila Cañizares y Antonio García Velasco. Ha sido traducido al italiano, francés, búlgaro, rumano, alemán, finés, inglés y árabe. Traductor de Blaise Cendrars (El Panamá o la aventura de mis siete tíos, Ed Media Vaca, Valencia, 2003). Colabora como crítico en suplementos y revistas nacionales e internacionales. Ha colaborado como articulista en periódicos como Europa Sur y Diario Málaga. Ha sido Miembro del Consejo Asesor de la Colección de Poesía “Puerta del Mar” de la Diputación Provincial de Málaga y del consejo de redacción de la revista El Maquinista del Centro Cultural del 27. Ha realizado ediciones críticas a poetas como Pedro de la Peña, Francisco Morales Lomas, Domingo Faílde. Es Premio Bahía en 1992 por El hombre del puente, Becado por el Ministerio de Cultura en 1997 1998 por El jardín en penumbra y La entrega de los vientos y Premio de la Crítica Andaluza, 2001 con El Salón de la memoria y Premio Rafael Morales en 2015 con el poemario Tiempo de Charol.
Alberto Torés García
anunciando principios
Rubia, antes de dar traslado al espacio santo de los laicos cordeles, se habían bañado los amantes en las ansiadas aguas de las culpas seguras. Donde muere el día y nace la osadía, pues aquí, sólo hay una vida y queremos vivirla como si fueran dos.
( De Sin trámites de urgencia, 2015)
En las cadenas de la esperanza me acurruco, ligero de conceptos y sin temores manifiestos sobre certeza de un amor imposible a medianoche. Bajo los pórticos de García Lorca, esquivo las estrellas como si fueran los ojos pardos de la desgracia; pisoteo una corona y todas sus oraciones.
En las cadenas de la esperanza me aseguro el pan de cada día y el temor de cada noche, unas quimeras múltiples o el territorio de la tristeza rutilante.
Se cruzan tus piernas, saltan los mitos, metalizo los estremecimientos, de la lluvia obtengo fórmulas fieras para el combate y recobro la vertiginosa senda de tu cintura.
En las cadenas de la esperanza, me propongo el espacio del reposo y de la fiebre, y al abrir sus pupilas el sueño, fluyen los lamentos como eterna resaca porque ha saltado en pedazo la esperanza y me he quedado con sus cadenas.
(De Sin trámites de urgencia, 2015
Me han dicho que nadie canta la palabra hombre como yo. Ni la palabra amor. Tal vez yo recuerde lo quieran decir esas palabras. Tal vez soy lo bastante orgullosa para querer recordar Baltimore y Welfare Island, la institución católica y los tribunales de Jefferson Market, al sheriff en nuestra casa de Harlem, las ciudades y poblaciones donde recibí golpes y me hice cicatrices.
Al tener en las manos la victoria,
los vientos, todos los trenes del mundo,
la mirada de bronce con su escudo,
también reclamo belleza venturosa.
He pensado los días como un beso
a Billie en su perverso lecho de muerte,
tan custodiado por agentes de ley
juzgando fe sin razón cuando era arte
atrincherado en las entrañas del jazz.
Zozobrosos latires que nos azotan
zumban río Hudson arriba, altivos,
irreverentes casi. Tus ojos negros
son todo como mi costumbre en amarte.
A tus zapatos de charol venero
Lady Day, levantando cuantas sospechas
sean precisas bajo tus susurros
oceánicos, certeros, pletóricos.
Al caer el sol, tu voz nos renace
listando aguas y perlas, bailes y copas;
la esperanza hoy te asiste Eleanora.
Me dicen que eres metáfora infinita
y cierto es, de los saberes y de la piel.
La vida toma conciencia y sentido
incontestable cuando tu silueta enhebra
frente a la sala de espectáculos,
el extraño fruto del placer en pedazos.
(Publicado en Revista Collage, 2012, Homenaje al Jazz)
el compromiso de la belleza
Para Esperanza
De Málaga a Marrakesh, pide
Esperanza los poemas tan efímeros
como furiosos, porque sus impresos
laberintos fluyen en dolor múltiple.
De lavanda sus pétalos secretos
que nos reconstruyen para decirte
memoria y mar de pésames tristes
como viento sin medida. Me acerco
a tus salobres diamantes que reciben
fuego, nobleza, tréboles, acero
y la escritura del lugar certero,
avivando fragancias, los jazmines
que Esperanza atrae, miradas, besos
dibujando amor felino más libre
que los extremos de la luna, tinte
de niebla, señales del alfabeto
respirando trazos irresistibles
de ausencias y fortunas, quizá tormento
quebradizo en salmos y testamentos,
quizá en claves solitarias que viven
la alegría de sus ojos oscuros,
pues se fundamenta en paz, estéticas
donde sentir deleites, creativa
me muerde con el encanto profundo,
la mitad del tiempo amaneciendo
en ciudad de entonces, que por las llamas
persiguiendo oficio, registran tiempo
muy deprisa. Por suerte la palabra
es toda tierra que el amor excusa,
plazas, rostros, fronteras que desvelo
con la razón del pasado y la estirpe,
a media tarde en un vano intento
de saberme infante al postrarse simple
la noche. No hay gozo ni lamento
sino recuerdo que no nos lastime,
el amparo de la rosa que exhibe
sueños y cordilleras al viajero:
Esperanza muestra sonrisa al mundo.
(Inédito)
Quien tiene miedo a la vida, se refugia en música
de lluvia con nombres de ficción que reconozco
en plena oscuridad. Y para los hemisferios
de la conjetura, disipo trenzas de espinas,
pues la noche se deja atrapar por la memoria.
Quien tiene miedo a la vida, se asombra sin límites
de venturas, utopías y túneles puestos
en formas de velas, porque no distingue los mares
de sus lágrimas ni la ciencia de sus sentidos,
hoy, el árbol de los enigmas de revés leo.
Quien tiene miedo a la vida, suma las imágenes
del mundo en un color de luz, dudas o siluetas
que arrojan letras por entre las ramas del tiempo.
Mientras, amontono tristeza en todas las tierras
del abrazo con alientos abastecidos
de espejos infinitos y testimonios finales.
Quien tiene miedo a la vida, juega puentes de hierro
contra penumbras de jardín, fábulas lejanas
frente a la esperanza en frasco de paradoja.
Y yo, yo daría mi vida por no tener miedo.
(De Pistas de Lluvia, 2011)
en los mapas de la ausencia, nos hallamos
Para nuestra patria cautiva,
la libertad de morir consumida de amor
Mahmoud Darwish
Hoy llorando que no reconozco los terrenos
de la tragedia, pues he quemado los mares
sagrados de la historia en desmedidos altares
y banderas de falsedades y conceptos
dañando palabras o corazones. Los cuerpos
quemados como naipes marcados, los azares
que disparan siempre contra pares e impares,
el descaro más voraz, las llaves del acuerdo.
Así que lloro cada muerte con la sesgada
rabia de los años, soñando roja la esperanza
en los muros del disparate no pido venganza,
tampoco clemencia sólo razón visionada.
Pero las miradas se suspenden a media asta,
enfilan bacterias, aceros, viles silencios,
mas con el asedio caemos en cautiverio,
maldita nuestra puta suerte. ¿Basta?¡Basta!
En los mapas de la ausencia, nos hallamos bárbaros,
escribiendo postales con vapor de Pertegaz,
locuaces, rapaces, con fotogramas de Alcatraz,
y un cierto malestar por un ligero catarro.
Siempre el terror me invade cuando se bombardea
la escasa tierra sin conquistar, sangre de acordes
en despecho constante cuando (o)dios nos absorbe(n)
con persignos e hipocresía europea.
Palestina pide socorro con dignidad,
pero no hay nadie, ni los ecos de la penumbra,
ni los portales venerados que nada alumbran,
aquí, cada uno de nosotros falta a la verdad.
Palestina pide socorro con dignidad,
pero no hay nadie, ni los ecos de la penumbra,
ni los portales venerados que nada alumbran,
aquí, cada uno de nosotros falta a la verdad.
(De Lo que ha quedado del naranjo, Palestina en el corazón, 2009)
Y si la mentira fuese la verdad, porque ésta se disfrazara en los confines de la tierra, almenara de nuestras almas en pasas, o porque las historias quisieran hacer verdad lo que no era. Y si la verdad fuese el espejo de la mentira, o su esencia, el altivo origen que ocultamos entre jacarandas, victorias y almendros. Y si la verdad fuese únicamente una palabra sin raigambre, sin ramas, sin hojas.
Sólo una palabra que pretendiera ilusionar o combatir contra la realidad o contra la verdad de las mentiras. Como puro es el símil, la verdad y la mentira como poco comparten facsímil del existir. Del existir en conciencia y en materia, pues son dos caras de una misma moneda, acaso una doble moneda con la misma cara. Y si estuviéramos confundiendo la verdad y la mentira, la certeza con la sospecha, y si fuese sólo cuestión de lugar, mirada, perspectiva o composición; un mero empleo adjetival, prenominal, un sencillo proceder administrativo:
Mi verdad contra tu mentira, tu verdad contra la mía, y ese exquisita categorías de tus mentiras contra las mías. Y si ellas (Verdad y Mentira), no existieran o si lo fueran, estuviesen jugando con nosotros, o mejor aún, yo con ellas, porque en verdad la única pregunta que cabe, es: ¿y si tu maldita existencia sólo fuese tu sagrada verdadera mentira?
(De Sin trámites de urgencia, 2015)